¿Qué tan cerca?
- Allan S. Contreras Ríos
- Jan 8, 2019
- 4 min read
Allan S. Contreras Ríos
Mientras desayunábamos en casa de la abuelita de mi esposa, el celular de ella sonó. De reojo vi que era una de nuestras vecinas quien llamaba. Como estaba esperando a que me llegara un paquete (cuando no estamos ella los recibe) pensé que de eso se trataría la llamada. Para mi sorpresa escuché mencionar el nombre de uno de nuestros perros; en ese momento me sentí nervioso. El perro se había caído del techo (los dos perros que tenemos se la pasan constantemente de chismosos viendo todo desde el techo en un segundo piso) y según la vecina, el perro se encontraba bien esperando afuera de nuestra puerta. En cuanto pude salí rumbo a la casa para ver cómo se encontraba el perro; al llegar esperaba que el perro se acercara al carro, pero noté que se encontraba en shock. Bajé del carro y le chiflé, me reconoció inmediatamente y se levantó del escalón en donde estaba sentado dejando al descubierto un charquito de orina. Mientras subíamos a la casa vi que varios escalones estaban mojados con su orina, el pobrecito estaba asustado, cojeaba de una pierna y debajo de su boca había sangre. ¿Qué fue lo que pasó? Se acercó tanto a la orilla que se cayó de una altura de aproximadamente 5 metros; tuvo la suerte de no morir, pero el golpe y el susto nada se lo quitó en todo el día que pasó dormido y dolorido.
Muchos de nosotros como Cristianos pasamos la vida pensando qué tan cerca podemos estar del pecado sin caer en él. ¿A qué me refiero? Así como mi perro, no medimos la distancia de qué tan cerca estamos de caer en el precipicio porque nos sentimos seguros de podernos acercarnos sin caer.
En una ocasión, mi padre y yo íbamos rumbo a Oaxaca. Durante el viaje mi padre venía hablando con el chófer.
Mi padre le preguntó “¿Cómo conseguiste este trabajo?”
A lo que el chófer comenzó a decir “Estábamos en la entrevista de trabajo varios hombres, el entrevistador nos preguntó qué tan cerca podíamos manejar a la orilla de la carretera sin caer al precipicio. Uno dijo que a un metro; otro dijo que a medio metro, otro que a centímetros.”
Con ojos más abiertos mi padre preguntó “¿Tú qué dijiste?”
El chófer contestó “dije: ¿para qué me voy a acercar a la orilla si sobre la carretera estoy seguro de no caer.”
Este es el tipo de precaución que un Cristiano debe tener. Desgraciadamente nos enfocamos tanto en temas de tan poca importancia que se nos olvida acercarnos a la gracia.
“Si me hago un tatuaje, ¿es pecado?” “Si voy a x fiesta, ¿es pecado?” “Si salgo en una cita con x persona, ¿es pecado? ¿y si estoy tratando de evangelizar a tal persona?” “¿Juntarme con x personas es pecado?” Estos y más ejemplos tenemos de a lo que me refiero en el párrafo anterior. Todos esos son buenos ejemplos del “¿Qué tan cerca puedo estar de la orilla sin caer?”
En Romanos 6:1-4 dice:
¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
¿Continuaremos pecando para que la gracia abunde? Dos versículos anteriores a este capítulo Pablo menciona “La Ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia” y es por eso que al iniciar este capítulo Pablo tiene que poner un alto a un argumento erróneo antes de que suceda al decir “¡De ningún modo!” ¿Cuál es ese argumento? “Si la gracia sobreabunda cuando peco, pecaré para que sobreabunde más.”
Un maestro de la Universidad dijo al enseñar de estos versículos “Antes de que un hombre se convierta, él está bajo el dominio del pecado. Continuar ‘en pecado’ sería continuar cometiéndolo como lo cometió antes de su conversión.” Es decir, el pecado continuo o habitual nos lleva al estado en que nos encontrábamos previo a nuestra conversión.
Nosotros que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Así como un muerto no puede ser estimulado de ninguna manera, así deberíamos ser nosotros al haber muerto al pecado. La tentación no debería provocar estimulo alguno. La muerte al pecado debe ser el fin del pecado en nuestra nueva vida. ¿En dónde tiene lugar esta muerte? Pablo nos dice ”¿No saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?” Antes de ser bautizados eramos esclavos al pecado. Pero el pecado deja de tener poder sobre alguien que ya murió.” Antes de ser bautizados éramos esclavos al pecado. Pero el pecado deja de tener poder sobre alguien que ya murió.
Hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Hemos sido sepultados con Cristo. Él no solamente murió, sino que fue sepultado. Ésta sepultura bajo el agua enfatiza nuestra muerte al pecado. La resurrección enfatiza la falta de dominio del pecado sobre nosotros. Todo lo que decidimos tiene una consecuencia, incluso el seguir a Dios tiene consecuencias. 2 Corintios 5:17 nos dice que la consecuencia de seguir a Dios es que somos “nuevas criaturas.”
Si ya estamos muertos al pecado, ¿cómo se ve ésta nueva vida?
1. Estudia tu Biblia (Salmo 119:11).
2. Ora diariamente (1 Tesalonicenses 5:17).
3. Sé un miembro activo de la Iglesia (Hebreos 10:25).
4. Da para suplir necesidades de otros (2 Corintios 9:7).
5. Se santo (1 Pedro 1:15).
Si te enfocas diariamente en hacer por lo menos estás cosas llegará un punto en el que dejarás de preguntarte qué tan cerca puedes estar del pecado sin pecar, y comenzarás a pregúntate qué tan cerca estás de ser una perfecta imitación de Jesús. Pablo lo expresó en 1 Corintios 11:1 de ésta manera: “Sean imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo.”
El problema con la mayoría de los Cristianos es que están enfocados en qué tan cerca pueden estar de pecar sin caer de la gracia de Dios en lugar de preguntarse qué tan cerca están de Dios para asegurar su salvación. ¿Qué tan cerca estás tú de la gracia?

Comments