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Más Humano

  • Writer: Allan S. Contreras Ríos
    Allan S. Contreras Ríos
  • Mar 21, 2019
  • 2 min read

Allan S. Contreras Ríos



El Walmart en Manzanillo tiene dos rampas eléctricas (las cuales no funcionan muy seguido que digamos). Al salir de Walmart y comenzar a descender en la rampa eléctrica hay varias personas a la vista: un hombre anciano pobre al que le cuesta trabajo tocar la guitarra por dinero, una mujer pobre tratando de vender sus verduras y frutas, un hombre pobre tratando de vender aguacates, y una mujer pidiendo dinero para su hija adolescente en silla de ruedas que está junto a ella con un letrero (a veces hay un hombre vendiendo tuba, otro vendiendo fruta enmielada y otro vendiendo hamacas; pero los de importancia para este artículo son los anteriores).


Mientras la gente camina, estos son por lo regular ignorados, si no lo son, verás a mucha gente debatiéndose entre sí si a quién le darán dinero. Y es una decisión difícil, después de todo, solo tienes algo de lo que te sobra después de salir de compras, ¿cierto? Cuando la gente ayuda, aunque sea a uno de ellos, es con una cantidad pequeña. Pero estas personas están ahí todos los días, todo el día, esperando la bondad de la comunidad.


Muchas personas tratan de evitar el contacto visual, muchos hacen de cuenta que están hablando por teléfono o con alguien más, y no los notan como si no existieran. Esto es una imagen muy triste. Algunos no saben cómo ayudar, hay muchos que llegan a pedir dinero, pero lo llegan a gastar en alcohol, ¿qué haces?


Hace muchos años aprendí que puedes ayudar a la gente al llenar sus necesidades y no necesariamente con lo que piden. Por ejemplo, muchos piden dinero para la comida, pero son ignorados por la “reputación” de que lo gastan en alcohol o drogas. Lo primero que se puede hacer cuando alguien pide dinero para comida es buscar alrededor, encontrar el primer restaurante o un puesto de tacos o una tienda y decirles “Vamos allá, come todo lo que quieras y yo pago.” Muchas de esas veces sí tienen hambre, ¡que sorpresa! Hay muchas maneras de ayudar a la gente sin necesariamente afectar tu economía, por ejemplo, en lugar de comprar tu despensa en Walmart, puedes comprarlas de la mujer que vende sus verduras y frutas, o del tipo que vende aguacates, usa algo del cambio y ayuda al señor que toca la guitarra y a la mujer con la hija adolescente enferma.


El problema es que es más fácil pensar que ellos son menos humanos (algunos incluso llegan a pensar “probablemente se lo merece” o “Dios te castigó por algo que hiciste” [Juan 9 enseña que no es así]) que ayudarlos. Pero fuimos llamados a ser diferentes. Recuerdo que en una ocasión le pregunte a una “¿Cómo estás hoy?” ¡y quedó sorprendida! Una pregunta sencilla le hizo el día mejor, ahora cada que la veo dice ‘hola’ y sonríe, no ha habido una sola vez que me pida dinero o alguna otra cosa, pero puedo ver como una simple pregunta la hizo sentir notada, la hizo sentir humana de nuevo. ¿No es eso lo que Jesús nos llamó a hacer? ¡Sí, lo es!

 
 
 

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