¿Debería un Cristiano declarar/decretar cuando ora?
- Allan S. Contreras Ríos
- Oct 29, 2018
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Allan S. Contreras Ríos
El siguiente artículo no tiene como propósito ser algo exhaustivo, sino solo una pequeña introducción a este tema. En caso de querer algo más a fondo, podría escribir más, pero será a petición de los seguidores del blog. Por el momento espero que esto sea suficiente para poder entender si el declarar/decretar en la oración es Bíblico o no.
En años recientes ha sido una práctica común entre cristianos evangélicos -especialmente en el movimiento pentecostal o carismático (específicamente en el evangelio de la prosperidad)- el declarar o decretar cuando oran. El propósito de esta forma de oración es obtener una contestación afirmativa por parte de Dios.
Origen de esta forma de oración
Este concepto tiene su origen en la filosofía del “Nuevo Pensamiento” que comenzó en el siglo XIX. También se le conoció a esto como “Mente Sanadora.” Esta idea surge entre las ideas del inventor sueco Emanuel Swedenborg que afirmó ser el “Revelador de Dios.” Sus ideas fueron posteriormente desarrolladas por Phineas Quimby, creador del “Nuevo Pensamiento” que decía que lo que alguien creía se volvía realidad. Muchas de estas ideas se tomaron de diferentes religiones, no solamente del cristianismo. El “Nuevo Pensamiento” fue popularizado por el gurú Ralph Waldo Trine que afirmaba que lo que uno decía con la mente y con palabras sucedía. E. W. Kenyon, compañero de estudio de Trine en Emerson College, es el predicador conocido por su idea del “pensamiento positivo.” Kenyon enseñó que la clave para una vida próspera eran las confesiones positivas, y es por eso que se le conoce como el padre del “evangelio de la prosperidad.” Kenyon fue una gran influencia para diferentes personas como Oral Roberts que fundó la universidad en donde estudió Joel Osteen, un famoso predicador de prosperidad.
Los problemas del “Yo declaro”
1. “El cristianismo bíblico es cristocéntrico, mientras que el libro ‘Yo declaro’ es ‘hombrecéntrico’ (antropocéntrico).”[1] Este no es un problema exclusivo de las oraciones con declaraciones y decretos, sino también de las alabanzas contemporáneas en donde todo se trata de uno, en lugar de Dios. El control está depositado en la persona o en su fe y no en la voluntad de Dios.
2. La Biblia claramente prohíbe añadir o quitar palabras a la Palabra (Deuteronomio 4:2; Apocalipsis 22:19). Y tristemente el cambiar el mensaje de algunos versículos para poder estar de acuerdo con el mensaje de la prosperidad cae en este grave error.
a. Job 22:28 dice “Decidirás una cosa, y se te cumplirá, Y en tus caminos resplandecerá la luz.”Este versículo es usado frecuentemente para enseñar que lo que uno declare o decrete se hará. Pero ¿quién habló aquí? No fue ni Job, ni algún autor de la Biblia, ni Dios; fue Elifaz quien fue reprendido por Dios en el 42:7 “Después que el Señor habló estas palabras a Job, el Señor dijo a Elifaz el Temanita: “Se ha encendido Mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no han hablado de Mí lo que es recto, como Mi siervo Job.”
b. Salmo 2:7 también es usado para enseñar esta doctrina, pero sólo se usa una parte del versículo: “Ciertamente anunciaré el decreto del Señor….” Pero si se lee esto completamente, el decreto aparece ahí, no hay necesidad de añadir un decreto a gusto. El versículo completo dice: “Ciertamente anunciaré el decreto del Señor Que me dijo: ‘Mi Hijo eres Tú, Yo Te he engendrado hoy.”
c. Salmo 2:8 es otro de estos versículos usados para afirmar que el Cristiano tiene el poder de declarar o decretar y que Dios cumplirá, el versículo dice: “‘Pídeme, y Te daré las naciones como herencia Tuya, Y como posesión Tuya los confines de la tierra.” Pero el contexto de este capítulo es referente al Mesías, no a cualquier Cristiano. ¡Imagina el caos que sucedería si varios Cristianos pidieran las naciones! ¿A quién le toca qué? Si se dividen los confines de la tierra, entonces Dios ya no está dando la petición completa, haciéndolo un mentiroso.
3. Otro problema es adjudicarse versículos que no estaban destinados a todos los Cristianos, como los siguientes:
a. Mateo 7:7 ““Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá.”
i. Específicamente dicho a los discípulos, no a todos los Cristianos.
b. Mateo 17:20 “Y El les dijo: “Por la poca fe de ustedes; porque en verdad les digo que si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: ‘Pásate de aquí allá,’ y se pasará; y nada les será imposible.”
i. Jesús le está hablando específicamente a los discípulos y el contexto indica que está hablándoles acerca de sacar demonios. No de cualquier tipo de declaración o decreto, ni a todos los Cristianos.
4. Otro problema es no entender el mensaje de los versículos que sí van dirigidos a todos los Cristianos:
a. 1 Juan 5:14 “Esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a Su voluntad, El nos oye.”
i. Palabras clave: “conforme a Su voluntad” no conforme a la de uno.
5. ¿Por qué declarar o decretar en lugar de simplemente orar? Algunos Cristianos creen que el declarar o decretar tiene poder que sus oraciones. Pero esto no tiene fundamento Bíblico y por lo tanto no tiene peso alguno para ser creído.
6. Otro problema en este tipo de oración es la creencia panteísta (todo es Dios) que se encuentra detrás, sutilmente escondida. Afirman cosas como que el humano es un dios, o que como el humano está hecho a semejanza de Dios tiene el poder de Dios, o como diría Joel Osteen, el humano tiene el ADN de Dios.
a. La Biblia claramente enseña que el Creador no es la Creación.
El Padre Nuestro
¿Qué es lo que enseña el inicio de la oración modelo realizada por Jesús?
“Ustedes, pues, oren de esta manera:
‘Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea Tu nombre.
‘Venga Tu reino.
Hágase Tu voluntad,
Noten las palabras resaltadas. Se trata de Tu (Dios), no de Yo. Se trata de la Voluntad de Dios, no de la voluntad de uno. Se trata del Reino de Dios, no del poder de uno. Jesús mostró que uno se debe dirigir a Dios con humildad, siempre teniendo en cuenta Su autoridad (Tu nombre) el Reino (la Iglesia), y Su voluntad.
Cuando la oración se trata de lo que uno declara o decreta solo se está teniendo en cuenta la autoridad de uno (Yo declaro/decreto), lo que uno quiere o desea (nuestro pequeño reino: el hogar), y la voluntad de uno (¡Yo declaro/decreto!). Esto es totalmente opuesto a Dios, y lo que se opone a Dios, tiene un final no muy bueno… ¡Cuidado! ¡Cuidado de querer ordenarle a Dios qué debe hacer porque “Yo declaro” tal o cual cosa! ¡Cuidado de poner el hogar de uno antes que el Reino de Dios! ¡Cuidado de poner la voluntad de uno sobre la de Dios!
Conclusión
Es muy tentador aquel pensamiento de que se hace lo que uno quiere. Pero el declarar/decretar rebaja a Dios a ser un sirviente o genio mágico de uno. El problema con este tipo de oración es que la confianza o fe de uno está depositada en uno mismo y no en la voluntad de Dios.
“Declarar no es oración aunque tal vez algunas personas lo hagan con lo que consideran una buena intención. Declarar es pretender darle órdenes a Dios. Es despreciarlo. Es un acto de orgullo. Eso es herejía y mucha gente la cree porque no leen sus Biblias y son víctimas de un efecto placebo (creen que declarar funciona porque asumen que algunas cosas buenas que pasan se deben a que “declararon” que pasarían cuando en realidad no se debió a eso sino a otras cosas; se trata de un efecto psicológico).”[2]
Si no es la voluntad de Dios darme un Mustang, no lo tendré por más que declare y decrete; aunque lo podría tener por mi voluntad al trabajar y ahorrar por él. Pero aún este tipo de confianza en uno mismo no es sin dificultad, pues como dice Santiago 4:13-17 “sólo son un vapor que aparece…y luego se desvanece…. Si el Señor quiere, viviremos….”
El declarar/decretar por salud, riquezas, posesiones, etc., no garantiza su cumplimiento. La oración del Cristiano debe depender totalmente de la voluntad de Dios. Dios siempre responde las oraciones, a veces responde “sí,” a veces “no,” a veces “ahora no.” Pero sea que la oración sea respondida positivamente o no, Jesús no prometió una vida próspera aquí (tal como Él no fue próspero aquí en la tierra), sino una vida con dificultades (consecuencia de nuestro pecado) y persecuciones (Mateo 5:10-11). La esperanza del Cristiano no está puesta en el éxito terrenal, ni en la salud, ni en cualquier otra cosa en este mundo; sino en la vida eterna que solo Cristo puede otorgar, una vida en donde hay salud, libertad, comodidad (Apocalipsis 21:4).
[1] http://es.9marks.org/resena/yo-declaro-una-resena-del-libro-de-joel-osteen/
[2] https://buscandoloescondido.com/2015/10/05/yo-declaro-yo-decreto-que-dice-la-biblia/
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